Un cometa.
Apareció una estrella desde el este. Fulgurosa, con una enorme estela a su paso. Brillaba más que el sol. Parecía indicar algo. Parecía anunciar algo.
Algo importante.
No. No hablamos de la estrella de Belén y el nacimiento de Jesús. Hablamos de la estrella de Sínope. Y no, no hablamos del año 0. Hablamos de 135 años antes.
En el año 135 antes de Cristo nació en Sínope Mitrídates VI Eupátor Dionisio (Mithridata en antiguo persa, o “enviado de Mitra”). Que pasaría a la historia como Mitrídates el Grande tras su coronación en el año 119 antes de Cristo.
¿Por qué son importantes esas dos fechas?
Porque años después, se emitieron una serie de monedas corrientes, en bronce, de uso general por la población de la región de Cólquide (a orillas del Mar Negro en la actual Georgia y Crimea) con el diseño de un cometa.
Probablemente era la primera vez que se plasmaba la imagen de una cometa en una moneda.
Y es que los cometas eran fuente de malos presagios para las antiguas culturas romana y griega (de hecho la palabra desastre proviene etimológicamente de “estrella nefasta” o “cometa”). ¿Por qué entonces querría una moneda conmemorar algo que no fuera positivo? Porque para la cultura de oriente medio, los comentas eran eventos de buen augurio.
Años después, Tigranes II de Armenia, incluía en su tiara al hoy conocido como cometa Halley a su paso en el año 87 antes de Cristo. Y lo hizo una vez que se hubo vinculado con signos favorables el paso de otros dos cometas anteriores, en el año 135 y el 119 antes de Cristo. Ambos se asociaron con el nacimiento y la coronación de Mitrídates.
Denominación.
Esta pequeña moneda de bronce representa en su anverso un caballo y una estrella, símbolos de que la estrella surge desde la Constelación de Pegaso (como históricamente se sabe que ocurrió, ya que también fue registrado por los astrónomos de la dinastía Han en China). Además, el caballo era también un símbolo de poder persa ya que tradicionalmente el dios sol Mitra reconocía al nuevo rey a lomos de un caballo alado.
En su reverso, el cometa. De siete puntas y una estela curva, como el harpé, la cimitarra persa y también el símbolo del Ponto, un creciente lunar.
Todos los elementos que propiciaban que el reinado de Mitrídates iba a ser uno de los más destacables en la historia de la humanidad, siendo, a su vez, el azote del imperio romano.
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