Las monedas de Judas
-No habrá más oportunidades. El Sanedrín ha hablado- Sentenció Anás.
–Cohen Anás, lo que me piden es traición. Hablen con Él primero y…-
-¡No!- Saltó alguien desde la sombra interrumpiendo la conversación entre Anás y el titubeante Judas -¡No! Cruzó todos los límites al profanar el Templo. Es un goy-
El término goy era atribuido a todos los que no se les consideraba verdaderos judíos. No se usaba a menudo, y menos en voz de Yosef Bar Kayafa, el Sumo Sacerdote Caifás.
-Yosef tiene razón amigo Judas- dijo Anás. -No podemos esperar más. Sabemos que os reunís con Él. ¿Cuándo será el próximo encuentro?
-Mañana miércoles, Cohen- Dijo Judas. En la ciudad alta. Nos ha pedido que nos reunamos en el Cenáculo. Insistió en ello. Estaremos todos. No permitiré que lo prendan allí-
-Nos lo entregarás el jueves al mediodía- le interrumpió Caifás. -Condúcelo a Getsemaní. Estará esperándole media cohorte de Cesarea. Que no haya dudas de su arresto. Te acercarás y le señalarás. Esa será la señal para que los pilum le rodeen. No permitiremos que la multitud le oculte-
-Le… Le daré un beso en la mejilla. Esa será la señal- Dijo Judas con la voz apagada mirando al suelo.
Anás lanzó a sus pies de forma grosera un pequeño pero pesado bolso de cuero que tintineó fuertemente al caer.
-Judas Iscariote, toma el precio del Nazareno. Treinta siclos de plata-
Judas se agachó y recogió la bolsa, la abrió levemente y volcó algunas monedas en la palma de su mano. Las miró, y tras una pausa susurró sin quitar la vista de las monedas:
-Por menos de medio kilo de plata-
-Podrás salir de Jerusalén y volver a Kerioth- Le confirmó Anás, haciendo que Judas levantara la cabeza hacia él.
-Estos treinta tetradracmas de Tiro me podrán alejar de aquí, pero no comprarán mi libertad. Esta traición me acompañará siempre. Lo sé-
-No titubees- Interrumpió Yosef -Guarda tus siclos y vete. Acude a la cena. Que no sospeche. El jueves podrás irte-
-Sospechará. Él nos lee-
Según la Biblia
Judas Iscariote traicionó a Jesús por treinta monedas de plata. Tras delatarlo, arrepentido de su acción, intentó devolver las monedas al Sanedrín. Los sacerdotes rechazaron su devolución, lo que provocó que lanzara las monedas dentro del Templo.
Más tarde, se suicidaría colgándose de un árbol.
Y esas treinta monedas se han perdido en la Historia.
¿Fueron siclos o fue otro tipo de moneda?
La Biblia no da pistas de ello. Únicamente habla de treinta monedas de plata.
Pero la historia si puede ofrecer tres alternativas:
La más plausible es que fueron 30 siclos de plata como la moneda de la cabecera. El siclo o tetradracma era una unidad de entre 10 y 17 gramos aproximadamente. En concreto serían tetradracmas de Tiro, de unos 15 gramos, como el ejemplar de la foto, con la imagen del dios fenicio Melkar (Baal) en su anverso y un águila a izquierda en su reverso. Junto al águila, una hoja de palma, la letra hebrea «Kaph» y el lema “Ciudad de Tiro, la sagrada e inviolable”
Al ser monedas provenientes del tesoro del Templo, el siclo o shekel (shequel) de Tiro (junto al didracma) eran las únicas monedas que se guardaban en la tesorería del Templo puesto que era las únicas aceptadas por los impuestos anuales.
Es por ello por lo que es la opción más probable.
Otra posibilidad, menos probable, es que fueran tetradracmas ptolemaicos. De peso similar y también circulantes en aquella época en esa zona.
Y menos probable aún es que fueran estáteros griegos.
En cualquier caso, esas treinta monedas han pasado a la Historia como un ejemplo real o simbólico de lo que puede significar una traición y su arrepentimiento.
Hoy puedes conseguir una de esas monedas por un precio relativamente bajo. Tienes ejemplares por 200 euros en un estado aceptable.
Pero, como todo en la vida, quizás valga mucho más para ti ahora que conoces la historia.
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