Son las 10:35 de la mañana de un frío lunes de octubre de 2008 en la Casa de la Moneda de Madrid, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
Sería como cualquier otro día a no ser porque hoy, Sebastián, viene apresurado por el pasillo con un montón de cosas en la mano.
-Juan, ya han llegado las copias para las nuevas monedas de dos euros. La del aniversario. Hay que ponerse ya que son ocho millones y hay que lanzarla en el primer semestre-
Sebastián era el Jefe de Acuñación. Un maestro acuñador meticuloso y muy ordenado. Sus treinta y cinco años de experiencia en la Fábrica le conferían ese aroma de saber que, con él, nada se escapaba. Pero también era un manojo de nervios. De los que coma lo que coma, siempre está en los huesos.
-A ver…. Déjame echarles un vistazo-
Para un técnico de grabado como yo, todas las copias eran como todas los demás. Moldes perfectos en positivo de la moneda, preparados para comenzar todo el proceso hasta su conversión en troqueles en negativo.
-Sí. Esto es como la del Tratado de Roma de hace dos años. No hay nada que pensar. Lo metemos en pruebas y «pa´lante»-
-Hay que mirar bien que Bruselas haya escrito bien «España». No vaya a ser que no venga sin la virgulilla- Dijo Sebastián con los labios apretados.
(Esta era su forma de bromear. La forma natural de alguien que n0 sabía bromear)
-Se ve a simple vista que está todo bien, Sebas. Cálmate.
Poner a trabajar las máquinas para estas monedas conjuntas era lo más sencillo que habíamos hecho en la Casa de la Moneda durante años. Venía todo preparado y no había nada que llevara al error. Hombre, siempre puedes equivocarte en algo, pero la verdad es que venía todo bien organizado.
Los bocetos, modelados en plastilina, y las copias en escayola y resina ya estaban realizadas. Solo nos quedaba realizar el grabado del punzón en positivo para hincarlo en la matriz y hacer los troqueles de acuñación.
-Bueno, voy a meter la info al ordenador para ver bien todos los detalles y mañana comenzamos. Déjame los discos- Le dije.
Los detalles de la nueva moneda comenzaban a salir en la pantalla del laboratorio. Claramente estaba todo perfecto.
-La verdad es que no se esmeran mucho en los diseños. Algo aburridos sí que son- Comentó mirando a la pantalla Sebastián.
(Hoy estaba desatado)
-A mi me parece como el muñeco ese que ponen a los de Inocente, Inocente-
-Si, jaja, un poco sí-
(Parecía más tranquilo ya. Estaba más relajado)
La moneda conmemoraba los diez años de la Unión Económica y Monetaria (UEM) y la creación del euro como entidad virtual tres años antes de su aparición de forma natural. Era un diseño sobrio, austero. El símbolo del euro y una persona minimalista. Algo naif diría yo. Como el dibujo de un niño.
-Bueno, mañana me pongo a analizar los diseños para llevarlos a pruebas… Oye, ¿y si hacemos algún cambio? Algo que no se note mucho pero dejamos nuestra impronta. Es que,… que te den todo hecho,… no sé-
(Me encanta agobiarle)
-Limítate a seguir los pasos. Y no la cagues- Dijo inmediatamente.
(Ya no bromeaba)
-Algo sutil….-
Abrí los ojos, ladeé la cabeza y junté las manos a modo de súplica.
-¡Que no!. Ni te atrevas. A ver si voy a tener que revisar todo lo que hagas-
(Y me dije para mí… No te vas a enterar. Sujétame el cubata)
Y así fue (o casi…).
Europa ha emitido hasta 2022 cuatro series de 2 euros conjuntas para los miembros de la Unión. Monedas que cambian en el nombre del país pero cuyos diseños son iguales para todos.
La tirada conjunta de 2009 estaba precedida por la que se lanzó en 2007, conmemorando el 50 aniversario del Tratado de Roma, y en años posteriores llegaría la conmemoración del décimo aniversario del euro, los 30 años de bandera de la Unión Europea y la reciente del Programa Erasmus (que, por cierto, el diseño elegido ha sido del español Joaquín Jiménez).
Los diseños de estas piezas son elegidos por votación popular. En este caso, el diseño ganador fue elegido entre cinco preseleccionados por ciudadanos de la Unión Europea mediante votación por Internet en febrero de 2008. Se trata de un dibujo intencionadamente primitivo de George Stamatopoulos, escultor del Banco Central de Grecia.
Simboliza la larga historia de intercambios comerciales, desde el trueque prehistórico hasta la Unión Económica y Monetaria, de la que el euro forma parte.
La tirada acordada para España fue de ocho millones de piezas.
Un valor nominal de 16 millones de euros.
Se lanzarían en calidad BU (Brilliant Uncirculated), de las que 20.000 irían a Eurosets en blister y otras 2.500 nuevas irían para un set conjunto en calidad Proof para el mercado del coleccionismo numismático.
Y, efectivamente, España lanzó parte de la tirada (no se sabe exactamente cuántas) con una modificación en las estrellas. Eran significativamente más grandes. ¿Porqué?
Eso solo lo sabe Juan.
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