Con sumo cuidado, Ruo le cerró los ojos pasando lentamente la palma de su mano sobre su cara inerte.
Su hermano, Mian, yacía muerto en el lecho de hojas que la familia Feng había improvisado dentro de la tienda. Dos días de fiebres altas debido al corte que se hizo en la pierna le había desahuciado. La caída que sufrió al caer del árbol mientras recogía hojas de palma para el techado de la tienda fue definitiva.
Xiao, su abuela, sacó unos pequeños objetos de un bolsito de cuero que tenía colgado del cuello. Le ofreció dos a Ruo.
A pesar de la penumbra, se vislumbraba que eran pequeños óvalos de bronce. Tenían la forma de un pequeño caparazón de caracol.
-Pónselos- dijo Xiao.
Ruo, los tomó en su mano y los depositó con suave precisión sobre la cara de Mian. Uno en cada ojo.
Al depositarlos se apreció con mayor detalle el diseño de los objetos. Parecían conchas metálicas con un pequeño orificio en un borde. Tenían ambos el radical “pei” (貝) o (贝), que es el ideograma que representa la concha de cauri.
-Los necesitar para su viaje al Más Allá- Dijo Xiao mirando a su nieto.
Era una imitación de su dinero. De lo que usaba desde siempre la familia Feng para comerciar sus cosechas en la capital, Ying. Estamos en septiembre, 1.100 años antes del año 0. Época de lluvias en el estado de Jingchǔ (posterior estado de Chu), cerca del Yangtzé, en la provincia de Hubei de la actual China.
Las familias más pudientes ya han empezado a comerciar con los recientes cauris de bronce. Valen más. Son difíciles de conseguir para un comerciante de verduras.
Los Feng siguen utilizando cauris de concha, madera y hueso recortados y ensartados a modo de collar de diez en diez. Estos grupos de diez o “peng”, llevaban siendo la unidad monetaria durante muchos siglos en su familia. Los llamaban “huo pei” o cauri monetario.
Los pei de bronce, a los que llamaban “yibi” se terminarían de imponer como medio de pago en años venideros.
Ruo lo tendría más fácil con ellos que con las conchas en su viaje.
Monetaria moneta.
Los chinos comenzaron a usar elementos en metal, como medio pago, un milenio antes de que en Occidente se acuñaran las primeras monedas. Y Ya llevaban usando la concha del cauri (Monetaria Moneta) para sus intercambios comerciales otros mil años más atrás.
El incremento del comercio aumentó la necesidad de moneda. No había suficientes cauris originales para abastecer las nuevas necesidades y comenzaron a fabricarse imitaciones de cauris en hueso, madera, piedra, y jade; e incluso se recortaban conchas más grandes hasta darles la forma de un cauri.
En poco tiempo, ya se estaban fabricando en moldes con bronce fundido en grandes cantidades. Once siglos antes de que naciera Jesucristo; cuatro, antes de que naciera la primera moneda acuñada en una ciudad estado griega llamada Lidia, en la actual Turquía, se comenzó a usar la moneda en China.
Si bien es cierto, la acuñación como tal (entendiendo esta como la estampación de un sello) se produce en Occidente durante el siglo VII antes de Cristo, en China ya utilizaban metal vertido y grabado como medio de pago.
El molde de bronce no era tan preciso como las manos de un artesano esculpiendo la concha, la piedra o la madera. Poco a poco, ese ideograma de un “pei simplificado” (贝) se fue haciendo más burdo, hasta simular el pictograma de una cara.
Cauris en bronce o “yibi”, conocidas por los numismáticos como “nariz de hormiga” o “cara de fantasma” (daiming tongbei), fueron la principal moneda del estado de Chu entre el 400 y 220 antes de Cristo.
La concha de este pequeño molusco se ha usado por diversas culturas como medio de pago hasta nuestros días. No solo en China, que ha perdurado en algunas regiones hasta el siglo XIX, sino también en regiones de América del Norte, África y Oceanía.
Incluso hoy, siguen utilizándose cauris como moneda en algunas zonas del planeta, como entre los Dani de la provincia de Irian Jaya en Nueva Guinea, o la tribu Dagaaba en el norte de Ghana.
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